2 de Febrero
A los treinta y tres días del año se celebra la Presentación del Niño Jesús en el Templo y la Purificación de la Virgen María. Se conoce también esta fiesta como «La Candelaria».
Esta fiesta cierra el ciclo de Navidad y se celebra exactamente a los cuarenta días del 25 de diciembre. A mediados del siglo V se celebraba con luces y tomó el nombre y color de «la fiesta de las luces». En este día se bendecían las candelas necesarias para todo el año.
La ley de Moisés mandaba que toda mujer que diese a luz un varón, en el plazo de cuarenta días, debía purificarse de las hemorragias del parto. Además los primogénitos debían ser ofrecidos y rescatados a cambio del sacrificio de un cordero o dos tórtolas o dos pichones. Ni maría necesitaba ser purificada ni Jesús rescatado, sin embargo la familia de Nazaret obedece la ley siempre con humildad. De hecho, la presentación de Jesús en el templo, es un anticipo del sacrificio pascual de Cristo, el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, anunciando la caducidad de ese segundo Templo.
Las manifestaciones de la Navidad culminan por el encuentro, tan bellamente narrado por san Lucas, con los ancianos Simeón y Ana. Cristo se presenta como “luz para todas las naciones y gloria de Israel”. Esta próxima manifestación pascual será como una espada que atravesará el alma de María y signo de contradicción para toda la humanidad. Tras encontrar a Dios hecho niño estos ancianos ya pueden “irse en paz”; la misma paz que el Arcángel anunció a María y a la humanidad en los albores del Nuevo Testamento.
Los Ancianos Simeón y Ana son los patrones de Vida Ascendente, movimiento seglar de mayores presente en nuestra parroquia. En esta fiesta se celebra también el día de la Vida Consagrada.
En la Parroquia, el sábado posterior a la fiesta, hacemos una pequeña procesión con los niños de la catequesis y una celebración para presentarles a María como Madre.