Pórtico Cultural
En 1993 el Papa San Juan Pablo II unió el Consejo Pontificio para el Diálogo con los no-creyentes al Consejo Pontificio de la Cultura con la misión de “fomentar las relaciones entre la Santa Sede y el mundo de la cultura, sobre todo promoviendo el diálogo con las diversas instituciones de ciencia y pensamiento de nuestro tiempo, para que la civilización se abra cada vez más al Evangelio, y los que cultivan las ciencias, las letras y las artes se sientan llamados por la Iglesia a la verdad, a la bondad y a la belleza” (Constitución Pastor Bonus art.166).
El pórtico es la estructura exterior de un edificio monumental con cubierta soportada por columnas y arcadas que cubre la puerta de entrada y puede extenderse a lo largo de una fachada o rodeando una plaza o un atrio a modo de claustro. Así la Iglesia a dado acogida a todas las manifestaciones sociales y culturales de las gentes.
Esta sección del Pórtico Cultural pretende ofrecer “un ámbito de encuentro y diálogo, un espacio de expresión para los que no creen y para los que se hacen preguntas acerca de a la propia fe, una ventana abierta al mundo, a la cultura contemporánea y las voces que ahí resuenan”. Así era el Atrio de las Gentes (o atrio de los gentiles) del Templo de Jerusalén durante la vida de Jesucristo: “un espacio que todos podían atravesar y en el que podían permanecer, sin distinciones de cultura, lengua o profesión religiosa, un lugar de encuentro y diversidad”.
Desde nuestras limitaciones, pero sin olvidar que somos una parroquia y no un centro cultural, nos gustaría ampliar este espacio todo lo posible.
La belleza del Templo parroquial, su historia y su entorno, son manifestaciones de tantos madrileños que a través de los años han expresado con la Iglesia su fe y su agradecimiento al amor del Creador.
Los Encuentros con los Peregrinos y las Jornadas Jacobeas organizados con la Cofradía de Santiago se realizan ya en este sentido para el amplio y diverso mundo Jacobeo.
Los Conciertos, que se realizan frecuentemente, son otra forma abierta de encontrarnos con la belleza de Dios a través de la música.