La crisis: tener y ser
Llevamos muchos meses oyendo y viendo en los medios de comunicación social temas de asuntos económicos que nos bombardean continuamente: parece que solo se habla de crisis, de ajustes y recortes por todas partes, de la prima de riesgo, del rescate o no rescate, de protestas y malos humores por parte de quienes han visto mermados sus ingresos, del aumento del paro, sobre todo del sangrante desempleo entre los jóvenes que se encuentran sin ilusiones y sin horizontes de futuro, de manifestaciones en la calle, caldeadas por quienes no movieron un dedo por los parados en los años anteriores y viven opíparamente, al tiempo que, en este veranos, veíamos las playas llenas y las terrazas de nuestras ciudades igualmente frecuentadas por numerosísimas gentes.
Todos hablamos de “la crisis”, pero parece que nadie la padece o que, si no nos toca de cerca, poco o nada tiene que ver con nosotros; aunque conozcamos a muchos amigos, vecinos y compañeros de trabajo y estudios que las pasan canutas.
Monseñor José Ignacio Munilla, Obispo de San Sebastián, en una homilía de hace unas semanas en la catedral de Loyola, explicaba esta crisis así:
En la medida en que Occidente ha ido perdiendo sus raíces cristianas, progresivamente ha invertido sus valores, colocando el «tener» por encima del «ser». Este ha sido el motivo último por el que ahora nuestra sociedad se encuentra al borde de la quiebra. Una sociedad que coloca el «tener» por encima del «ser», se encamina hacia un consumismo sin límites por las sendas de un despilfarro irracional… De una forma bastante generalizada, las administraciones han gastado el dinero que no tenían, endeudando a las instituciones públicas y comprometiendo el futuro de las generaciones venideras… Por su parte, los bancos, cajas de ahorros e instituciones financieras, sustentaron sus escandalosos beneficios anuales, sobre unos cimientos de una economía irreal, ficticia e insostenible. Los sueldos con los que fueron blindados los consejos de administración han sido inmorales, y siguen siéndolo…
Pero no se trata solamente de mirar hacia arriba, pensando que la situación presente es solo responsabilidad de quienes han llevado las riendas de la economía. Es obvio que estamos ante un pecado del que todos hemos sido cómplices. También nosotros hemos comprado lo que no necesitábamos, pagando con un dinero que no teníamos, construyendo un modelo de sociedad contraria a los valores del Reino de Dios. Tenemos que reconocer que hasta en los niveles más populares se le había otorgado carta de ciudadanía al fraude fiscal. Sisar a Hacienda parecía estar fuera del campo moral.
Por si fuese poco, en esta grave situación proliferan los especuladores que hacen fortuna de la crisis. Son muchos los especialistas que denuncian que el acoso de los mercados a la economía es desproporcionado; y que solo se explica en el contexto de un chantaje especulador que pretende aprovecharse de una situación límite.
Salir de esta situación va a suponer una catarsis muy grande para todos. ¡Ojalá sea así! ¡Ojalá salgamos transformados! En el momento presente, las políticas de ahorro se nos imponen de forma imperiosa; y pecan de hipocresía quienes se resisten a reconocer esta realidad. La situación creada requiere de un sacrificio colectivo para su sanación.
Escrito por Jesús Esteban Barranco.