—– Carta de Manuel O´Dogherty (Catequista y Responsable de la 2º Comunidad de Santiago y San Juan Bautista) —–
Hola de nuevo,
Aprovechando que tengo un rato libre quiero contaros con un poco más de detalle las misiones de vuestros hijos. Para empezar os diré que me siento incapaz de describir lo que estoy viviendo aquí porque esto está siendo un desparrame del amor de Dios difícil de explicar, aún así lo intentaré; en el seminario nos tratan con un cariño enorme, aunque a veces les alteramos el ritmo de vida porque, de repente, esto se llena de chicos y chicas que vienen de la misión y la tranquilidad del seminario se transforma en un alboroto: voces, risas, etc.; vienen siempre contentos y los seminaristas están a nuestro servicio en todo.
Ahora os cuento un poco cómo es cada misión:
– Andrés, Alfonso, José Mari y Javi Abia (su primo) están pintando el seminario aquí,en Kitwe; están trabajando muy duro y yo les echo una mano cuando tengo un rato.
– María Prame y Carlota están en un hospital y en un centro nutricional en Ibenga, a una hora en coche de aquí; a María ya le ha tocado atender algún parto, a Carlota no le dejan porque todavía es estudiante.
– Aline y Alicia en una escuela enseñando informática en Kitwe.
– Mercedes Crespo y Mari Luz están en el orfanato de Saint Martin, en Kitwe, atendiendo niños; éstas lo han pasado mal porque el orfanato lo llevan unas monjas africanas que, cuendo no está la superiora, no rezan, comen tiradas en el sofá, pasan de ellas y tienen a los niños sucios, los maltratan, etc, en fin, un desastre, pero allí están estas dos cuidando de ellos y, sobre todo, dándoles cariño; son una verdaderas heroínas. Cuando hace dos años estuvimos allí, lo llevaba una monja italiana, que ya ha muerto, y era una delicia ver el amor que les tenía a los niños y cómo los cuidaba; ahora parece que todo ha cambiado.
– Ana Román, Teresa Calvo, Inés, Samuel, Juan Solana y Miguel Crespo están en Mulenga, al lado de Kitwe, con el padre Patrick, un sacerdote irlandés al que han encomendado un asentamiento ilegal de 26.000 personas que viven en chabolas, un sitio peligroso; hay muchos borrachos vagando por las calles, aunque las calles no son tales, sino la misma ladera de la colina donde está el asentamiento, y circular con el camión por allí es jugarse la vida; a nuestro paso son cientos de niños los que salen a saludarnos; el milagro es que se ponen todos a correr al lado de las ruedas del camión y a subirse al mismo y no muere nadie. El Padre Patrick está construyendo allí una escuela y una iglesia, su labor es admirable. Los chicos se desplazan allí en transporte público y trabajan como máquinas y con un amor enorme a la misión y a los hermanos de aquí.
– Marta Abia, Cristina Abia y Cecilia están en Lwanshya, a una hora en coche de aquí, en un centro nutricional y otro de discapacitados; os asombraría ver a tanto mutilado, tanto tullido y tanto retrasado mental junto. A mí lo primero que se me vino a la cabeza cuando lo vi fue: ¿pero en qué estaba pensando Dios cuando creó a esta gente?; de verdad que no creo que todo el mundo esté preparado para ver algo así, sin embargo es conmovedor verlos a todos felices porque se sienten amados por Dios en la persona de las monjas franciscanas que los cuidan, y allí están nuestras chicas dando la vida pero felices como no las he visto nunca, los enfermos las quieren con locura.
-Elías, Gabriela, Juan Crespo, Elisa y Paula (una amiga de Elisa) trabajan en una granja en Fisenge (a otra horita en coche de aquí), ayudando a unas monjas a cuidar su huerta y a construir una cerca; están haciendo un trabajo magnífico.
– Y por último Belén (sobrina de Curro y Carmen), Pablo Crespo, Pablo Zufía y Marta Beltrán (hermana del cura) están con Pablo Beltrán (un sacerdote del Camino), en Muya, una misión que es como los poblados que ves en las películas de Tarzán (cabañas de barro y paja sin luz ni agua), ayudándole a construir una iglesia; para llegar allí hay que ir con un todo terreno por un camino infernal durante dos horas.
Mi misión aquí es la de coordinador; vivo en el seminario y voy visitando las distintas misiones (muchas horas de coche), viendo qué problemas tienen, animándolos si alguno flaquea, etc. Por lo demás mi ritmo de vida es el del seminario: nos levantamos pronto para rezar laudes y celebrar la eucaristía, después del desayuno a visitar misiones. Después de la comida vuelvo a visitar más misiones y, ya de vuelta al seminario, vísperas, cena y a la cama; los días que no salgo ayudo a pintar el seminario. Acabo agotado todos los días pero estoy contentísimo con lo que estoy viendo aquí y agradecido a Dios, que me permite vivirlo.
Los tres últimos días descansaremos un poco, que se lo merecen, e iremos a Livingstone, al sur del país, a ver las cataratas Victoria, un parque nacional y un pequeño crucero por el río Zambeze para ver los cocodrilos, hipopótamos, etc.; ¿no os da envidia?
De verdad, hermanos, que estamos viendo milagros aquí. Los padres tenéis motivos para sentiros orgullosos de vuestros hijos. Por lo demás rezad por este inútil hermano vuestro para que el Señor me dé espíritu de servicio y, sobre todo, poder seguir el ritmo de los jóvenes, que son agotadores, y yo ya soy abuelo y demasiado viejo para ser seminarista.
Y nada más por el momento; siento que vuestra oración está presente, como también vosotros lo estáis en la mía.
Un arazo para todos y la Paz,
Manuel