Queridos hermanos: Vamos a aprovechar este nuevo atrio que habéis abierto en la Parroquia, y del que el mismo Papa dice que puede ser muy útil, para comunicarnos con vosotros. Cómo es la primera vez, me extenderé un poco más de la cuenta, si lo permitís, para contar sucintamente la historia que el Señor ha hecho con nosotros en la misión.
Muchos nos conocéis, otros poco o nada. Hace 24 años que nos envió el Beato Juan Pablo II a la misión de Guayaquil, 24 años es mucho tiempo, gran parte de vosotros no habíais nacido y otros, que nos vieron partir, estarán ahora en el cielo riendo se de las tonterías que hacemos.
Nos enviaron en Porto San Giorgio, en una convivencia que hubo alrededor del día de la Sagrada Familia, del año 1988. Algunos Obispos italianos tenían problema en dejar celebrar la Pascua a las comunidades de sus diócesis y tenían algunos problemas más. En este contexto, el entonces Papa Juan Pablo II, fue a visitarnos a la recién inaugurada tienda de Porto san Giorgio, celebro con nosotros la Eucaristía y envió a 72 familias a distintos continentes. El 30 de diciembre de 1988 nos envió e hizo una preciosa homilía sobre *La Trinidad en misión*, Este gesto de amor del Papa al Camino fue visto por todas las televisiones italianas y calmó la borrasca que había. A nosotros nos tocó ir a Guayaquil, en Ecuador, a una zona de palafitos, casas de madera y caña construidas sobre el mar. Allí compartimos la misión con otra familia de la Parroquia, de la primera comunidad, Antonio Goday y Vicky. Partimos con 8 hijos, la mayor acababa de cumplir 8 años, con Isabel, Daniel, Ester, Juan, Raquel, Santiago, Lidia y Miguel. Fuimos a un barrio llamado Fertisa que tenía sus dificulta des: No había agua, la comprábamos a unos camiones que la repartían, en aquellos tiempos no había electricidad, nos devoraban los mosquitos y la casa estaba llena de arañas y murciélagos que los perseguían; nos acompañaban unas cucarachas rojas que volaban y se nos colocaban encima, era un barrio peligrosos donde no entraba la policía; los colegios era muy autoritarios y pegaban a los niños..Pero allí experimentamos que el verdadero sufrimiento es el que sale de dentro de ti mismo, de tus pecados. Las dificultades exteriores te aprietan para que se vea lo que hay en tu interior. Kiko nos decía que era un tiempo para *acerarnos*, y esta palabra no tiene que ver con el acero, sino con ponernos *a cero*, es decir en nuestro lugar. A mí, me había ayudado el Señor a ponerme en mi realidad desde el día que salimos de Madrid.
Recuerdo que fueron muchos hermanos a despedirnos al aeropuerto, cantábamos, bailábamos en corro, la gente pensaba que partía un conjunto musical famoso o algo por el estilo. Desde ese momento me debí creer que era alguien importante, porque cuando llegamos a Quito, al salir del avión, escuché a una multitud gritando y aplaudiendo. Yo, convencido de que era por nosotros, comencé a saludar; mi mujer, que es mucho más realista, me tiraba de la chaqueta y decía: Carlos creo que no es por nosotros. Pero yo seguía saludando, hasta que salió del avión el que verdaderamente era famoso y esperado, y la muchedumbre enloqueció. A nosotros no nos esperaba nadie. Íbamos por el aeropuerto como un barco a la deriva, con 8 niños pequeños y un montón de maletas, alrededor nuestro los que ayudan con las maletas intentando abrirlas y llevarse algo. Allí comenzó mi aterrizaje, no el del avión, sino el mío propio y de verdad. Fue un tiempo estupendo que recordamos con añoranza, teníamos un diálogo diario con el Señor. En aquel medio sabía hacer muy poco y bastante mal. Cuando haces algo tuyo, lo defiendes, cuando lo hace el Señor, lo agradeces. Después de Guayaquil, nos cambiaron a Santo Domingo de los Colorados, también en Ecuador, porque se habían tenido que volver dos familias italianas destinadas allí. Era una zona de *ceja de selva*, muy bonita, con mucha vegetación. Yo estaba encantado hasta que vi que las plantas crecían y crecían y amenazaban con cubrirnos, salían serpientes venenosas que mataban a bastantes personas, había hormigas que arrasaban todo, la casa se llenaba de sapos…, pasaba horas intentando cortar las plantas. Pero era una zona preciosa, muy buena para vivir en familia con niños pequeños. Vivimos mas de dos años con una comunidad de hermanos muy pobres, hasta que se cerró al camino allí y Kiko nos dijo que volviéramos a Madrid, porque iba a haber otra convivencia donde nos enviarían de nuevo. Estuvimos un año en Madrid, en este tiempo terminamos el camino con nuestra comunidad y viajamos a Israel. En el tiempo que pasamos en Ecuador nacieron el 9 y 10 de nuestros hijos, Pedro y Gabriel. Nos volvieron a enviar a la misión, esta vez a Perú, al cono sur de Lima. Una ciudad donde nunca llueve y hay unos inmensos desiertos donde los emigrantes de la sierra se instalan a vivir precariamente. Aquí llevamos casi 18 años, en este tiempo nació nuestro último hijo, el onceavo, Pablo que es síndrome Down. Un niño muy despierto y amoroso, que ha sido una gran alegría para toda la familia desde que nació. Al principio pensamos que tendríamos que dejar la misión, porque allí no se podría ayudar a Pablo respecto a los médicos y a los colegios, no veíamos como educar a un niño especial en este medio donde vivimos. Pero el Señor nos dijo: Si hubiera querido que le educaseis en Madrid os lo habría dado entes de partir a la misión, como los otros, si os lo he dado ahora, es para que viva en la misión, en función de ella. No temáis, yo proveeré. Y efectiva mente ha provisto, Pablo ha salido adelante estupendamente. Encontramos un colegio especial donde le han preparado para integrarse en un colegio regular , este de los Capuchinos, le aceptaron y está contentísimo, aprende a leer, a multiplicar, pintar, computación…, en cada clase son 40 alumnos.
En otra ocasión os cuento como vivimos en Lima y el bien que el Señor nos ha hecho. Solo quiero decir que ya se han casado tres de nuestros hijos y estamos en el periodo de los nietos, y otro hijo, Pedro, entró en el seminario de Arequipa, también en Perú, donde lleva tres años. También os voy a contar las necesidades económicas que tenemos, me dicen que puedo hacerlo. Durante todos estos años nos hemos mantenido con mi trabajo, pero ahora tenemos una etapa difícil. El Párroco que abrió el camino en Santiago, Agustín García-Gasco, que posteriormente fue arzobispo de Valencia y cardenal. Una vez le escribí, estando ya en Lima, para pedirle ayuda y poder construir la capilla donde vivimos. Me respondió que desde ese momento nos reconocía como misioneros, porque los misioneros de su diócesis siempre le están pidiendo. Todos estos años he trabajando haciendo pequeñas exportaciones de artesanía a España, sobretodo nacimientos, pero con la crisis que hay allí, llevo 6 meses sin tener ningún ingreso por el trabajo y hemos acumulado unas deudas considerables.
Tenemos dos tipos de gastos, si alguien pudiera ayudarnos sería estupendo. La primera es la educación de Pablo, en el colegio de los capuchinos nos dan media beca y no es muy caro, pero hay que sumarle el precio del colegio especial y de una profesional que le tiene que acompañar al primer colegio porque son muchos alumnos por clase y no tienen profesores de apoyo. Pablo, todo lo que tiene de despierto, lo tiene de inquieto, no para. También el gasto del tras porte, hay que llevarle por la mañana, luego cambiarle de un colegio a otro a medio día y luego ir a recogerlos. Todo esto nos cuesta 500 Euros al mes. Hemos dejado de llevarle un día a la semana al colegio de la mañana y dos días al colegio de la tarde, para abaratar, pero vamos a tener que sacarlo definitiva mente, si no podemos seguir pagando. Es una lástima porque no encontramos otras opciones y se ha adaptado muy bien durante cuatro años a este grupo de compañeros que le quieren mucho y son muy tolerantes.
La otra dificultad que tenemos, es el coche y sus gastos. Caminamos en una Parroquia a 30 Km de donde vivimos y catequizamos en otras dos igual de lejos. Casi todos los domingos tenemos connivencias y llevamos el pre-vocacional, también a mucha distancia. Entre esto y el colegio hago más de 4000 Km al mes, la mitad en atrancos. Tenemos un carrito viejo que pronto va a cumplir sus 25 años y hace mucho paso los 500.000 KM. Pero nos hace su servicio y hemos conseguido que este año vuelva a pasar la ITV. Este es el segundo gasto que nos supera. Los otros gastos, comida, casa, ropa, son menores y se puede ser austero. Y la tercera necesidad, la más grande, es pediros que recéis por nosotros, que somos muy precarios y pecadores.
La Paz: Carlos e Inmaculada.